“Faltaban unos días para la Pascua y
los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con
engaño y matarle. Pues decían. Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto
del pueblo.
Estando él en Betania, en casa de
Simón el leproso, recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de
alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo
derramó sobre su cabeza.Había algunos que se decían entre sí indignados: ¿Para qué este despilfarro de perfume? Se podía haber vendido este perfume por más de trescientos denarios y habérselo dado a los pobres. Y refunfuñaban contra ella.
Más Jesús dijo: Dejadla ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena en mí. Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien cuando queráis; pero a mí no me tendréis siempre. Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame la Buen Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya"
Comentario
y pistas para la oración
La primera
parte del pasaje nos pone en situación, nos avisa de que estaba cerca la fiesta
de Pascua. A continuación se habla de los sumos sacerdotes y los escribas que
estaban buscando detenerlo y matarlo. Por lo que dice el texto se puede
apreciar que la autoridad de éstos es cuestionada por el pueblo ya que están
calculando la reacción de la gente si detienen y condenan a muerte a Jesús. Se
ve que no eran personas con autoridad en sí mismas, si hubiera sido así el
pueblo los habría respetado.
Aparece en
escena una mujer con un frasco de alabastro con perfume. La mujer entra
libremente en un espacio de hombres como es esta comida, y hace un gesto que
agrada a Jesús. Romper este frasco lleno de perfume inundaría toda la estancia
de un olor agradable y placentero.
Los judíos
que están presentes desaprueban el gesto, como buenos judíos saben que durante
la Pascua la Ley aconseja hacer limosnas a los pobres, por tanto valoran el
gesto desde su perspectiva judía y dicen que la mujer ha hecho un derroche que
hubiese sido mejor entregar ese dinero a los pobres.
Para esta
mujer Jesús debía de ser alguien muy importante, muy especial para ella, sino
no hubiese gastado tanto dinero en este perfume. En la época este tipo de
unciones tenían también que ver con el afecto y el amor, es un signo de
acogida.
Si miramos
un poco más allá, este gesto de la mujer es un gesto profético que anticipa la
muerte de Jesús. La mujer conoce y reconoce a Jesús en su identidad de Ungido
de Dios, Consagrado, y hace esto: lo unge. Jesús también conoce y reconoce a la
mujer como profetisa, esa es su identidad.
Jesús
permanece en silencio ante el gesto de la mujer y también ante la valoración de
los judíos, con este silencio permite que los demás se expresen como son y no
se impone a los demás. Sale en defensa de la mujer más tarde, cuando los
presentes ya se han definido.
Inma Fabregat
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