“Los soldados le llevaron dentro del
palacio, es decir, al pretorio, y llaman a toda la cohorte. La visten de
púrpura y, trenzan una corona de espinas, se la ciñen. Y se pusieron a
saludarle - ¡Salve, rey de los judíos! – Y le golpeaban en la cabeza con una
caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Cuando se
hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le
sacan fuera para crucificarle”
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Imagina
la escena, imagina los sentimientos de Jesús.
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Contempla
la crueldad, la maldad de estos hombres que se están mofando de la identidad de
Jesús. Es una burla refinada, un cinismo brutal.
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Contempla
a Jesús, solo con los soldados romanos, siendo burlado por ellos.
Inma Fabregat
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