Mc. 14, 10 – 31 La última cena


Y el primer día de los ácimos, cuando se sacrificaba la Pascua, le dijeron sus discípulos: ¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas la Pascua? Y envió a dos de sus discípulos y les dijo: Id a la cuidad y os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y donde entre decidle al dueño de la casa que el Maestro dice: ¿Dónde está mi habitación en donde pueda comer la Pascua con mis discípulos? Y él os mostrará una sala alta, grande, alfombrada, preparada. Allí haréis los preparativos para nosotros. Y salieron los discípulos y llegaron a la cuidad, y lo encontraron según les había dicho y prepararon la Pascua.
Y llegada la tarde viene con los doce. Y estando reclinados y comiendo Jesús dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo. Comenzaron a entristecerse y le decían uno tras otro: ¿Acaso yo? Pero él dijo: Uno de los doce, el que moja su pan conmigo en el plato, pues el Hijo de lo Humano se va, según está escrito acerca de él, pero ¡ay de aquel hombre por medio del cual el Hijo de lo Humano es entregado. Mejor para aquel hombre no haber nacido!
Y mientras comían tomó el pan, y bendiciéndolo, lo partió y se lo dio y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa y dando gracias se la dio y bebieron todos de ella. Y les dijo: Ésta es mi sangre de la alianza que es derramada por muchos. En verdad os digo que ya no beberé más del fruto de la vid hasta aquél día cuando lo beba nuevo en el Reino de Dios.
Dichos los himnos salieron hacia el monte de los Olivos. Y les decía Jesús: todos os escandalizareis de mí, porque está escrito: “Heriré al pastor y las ovejas se dispersarán” Pero después de que haya resucitado os precederé en Galilea. Pero Pedro le dijo: incluso aunque todos se escandalicen, yo no. Y le dijo Jesús: en verdad te digo, que tú hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, me negarás tres. Pero él todavía más insistía: Aunque tenga que morir contigo yo no te negaré, y lo mismo decían todos.”


Comentario y pistas para la oración
El día antes de la Pascua era el día de los preparativos. Jesús, que no residía en Jerusalén, sino que estaba pasando las noches en Betania quería celebrar la pascua con los doce, por eso los envía a hacer los preparativos. Seguramente Jesús, de antemano, había apalabrado esa sala con el dueño. Es una sala propia de personas con posibilidades económicas, no una sala de personas pobres. Probablemente éste había sido el estilo de Jesús a lo largo de su vida pública. La fiesta, la celebración, es motivo de alegría, y también de derroche. El cristiano no puede ser siempre penitente, asceta, el sentido de fiesta puede y tiene que estar presente.

Estando ya reclinados comiendo el día de la fiesta, Jesús hace el terrible anuncio: “uno de vosotros me va a entregar” Los doce comienzan a preguntar, uno a uno, si se trata de él. Con esto muestran su desconcierto, su desorientación. No entienden nada, no entienden a Jesús.

Había la costumbre de preparar una salsa especial para ese día, y la comían todos del mismo plato o fuente, mojando con los panes ácimos. Por eso Jesús dice: "el que moje conmigo”
La bendición del pan y del vino corresponde al ritual judío de la época, pero el texto no dice que Jesús hiciera lo mismo con el cordero, lo que incluía también el ritual. De la copa de vino hace que todos beban: tiene el sentido de compartir el cáliz de sus padecimientos, pero también de entrega de sí mismo, de su vida, lo mismo que había hecho antes con el pan.
La eucaristía es gesto de la entrega de Jesús, de “partirse” y “repartirse” por la humanidad. No se puede identificar con un gesto sacrificial, sino más bien por una ratificación, confirmación o compromiso de cumplir esta Nueva Alianza con Dios Padre, de vivir el mandamiento del amor que Jesús nos deja como testamento.
En sus palabras se deja ver claramente que anuncia su muerte a sus discípulos.
Seguramente es Jesús el que toma la decisión de salir hacia el monte de los Olivos. Anuncia a los doce que todos le abandonarán. Pedro, no soporta la idea de verse así mismo como un desertor, aceptar que dejará solo al Maestro, es demasiado crudo para su ego, por eso protesta con violencia. No está preparado para aceptar su realidad de debilidad. Es humanamente débil, pero demasiado orgulloso para aceptarlo.

   -         Hazte presente en la escena. Tú estás allí, tal vez eres uno de los doce, o bien una de las mujeres que seguía a Jesús por los caminos, y que solían acompañar al grupo.
   -         Imagina la sala, preparada con esmero.
   -         Imagina la cena. Trata de vivenciar la tristeza de los   doce al escuchar a Jesús. También los sentimientos de Jesús, con su muerte ya cercana, sabiendo que uno de los suyos lo había traicionado.
   -         Detente en la palabras de Jesús: “Esto es mi cuerpo, esta es mi carne”
   -         También en las palabras de los doce: “¿Acaso yo?”
   -         En las palabras de Pedro: “Aunque todos te abandonen, yo no…”
   -         Trata de no hacer muchas reflexiones, solo vive la escena, contémplala, deja que te emocione.





Inma Fabregat


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