“Y llegada la hora sexta sobrevino una
oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y a la hora nona Jesús dio
un gran grito: Elohí,
Elohí, lama sabacthani, que, traducido, es: Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Y algunos de los
transeúntes al escucharlo decían: Mirad,
llama a Elías. Corriendo, uno empapó una esponja
en vinagre, y colocándola en una caña, le daba de beber, diciendo: Dejadle, veamos si viene Elías a
bajarle. Pero Jesús, dando una gran voz, expiró. Y el velo del
templo se rasgó en dos de arriba abajo. Viendo el centurión que estaba presente
frente a él, el modo en que expiraba, dijo: Verdaderamente
este hombre era un hijo de Dios.
Había también unas mujeres mirando desde lejos;
entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y
Salomé, que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que
habían subido con él a Jerusalén.
Comentario
y pistas para la oración
La hora
sexta es entre las 12 y las 15h. El texto nos dice que durante este tiempo el
cielo se oscureció. Esto puede ser real o puro lenguaje figurado. La oscuridad
podía ser debida al viento del desierto que trae arena en suspensión. También
puede significar que el cosmos se oscurece ante la terrible atrocidad que los
hombres están cometiendo, torturar hasta la muerte al justo.
En el texto
se dice por dos veces que Jesús grita, esto es para dar solemnidad al momento.
Las palabras de Jesús son del Salmo 22 y muestran la experiencia de desamparo
que estaba viviendo Jesús en la cruz.
Lo que le
dan a beber no es vinagre, sino una bebida que se solía tomar en aquella época
para calmar la sed, sobre todo los campesinos la utilizaban.
Que el velo
del templo se rasgara significa el comienzo de una nueva era religiosa donde la
humanidad tendrá acceso directo a Dios.
La confesión
en boca del centurión puede entenderse como la fe de los cristianos no
provenientes del judaísmo de la época en que se escribió el evangelio de
Marcos, éstos reconocían la filiación divina de Jesús.
-
Contempla
la escena: la maldad de los hombres que han crucificado a Jesús y a pesar de su
sufrimiento y de su agonía siguen burlándose de él.
-
Jesús en
la cruz, entregando el espíritu y sintiéndose abandonado de todos, incluso de Dios
Padre.
-
El centurión
que es capaz de reconocer la identidad de Jesús.
-
Las mujeres
que desde lejos lo observan todo, es decir son testigos de la muerte de Jesús. Esta
función de ser testigos, no era en la época asumida por las mujeres, sin
embargo el evangelio nos las presenta con esta misión.
Inma Fabregat
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