Mc. 15, 33 – 41 La muerte de Jesús


“Y llegada la hora sexta sobrevino una oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y a la hora nona Jesús dio un gran grito: Elohí, Elohí, lama sabacthani, que, traducido, es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Y algunos de los transeúntes al escucharlo decían: Mirad, llama a Elías. Corriendo, uno empapó una esponja en vinagre, y colocándola en una caña, le daba de beber, diciendo: Dejadle, veamos si viene Elías a bajarle. Pero Jesús, dando una gran voz, expiró. Y el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo. Viendo el centurión que estaba presente frente a él, el modo en que expiraba, dijo: Verdaderamente este hombre era un hijo de Dios.

Había también unas mujeres mirando desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé, que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.


Comentario y pistas para la oración
La hora sexta es entre las 12 y las 15h. El texto nos dice que durante este tiempo el cielo se oscureció. Esto puede ser real o puro lenguaje figurado. La oscuridad podía ser debida al viento del desierto que trae arena en suspensión. También puede significar que el cosmos se oscurece ante la terrible atrocidad que los hombres están cometiendo, torturar hasta la muerte al justo.

En el texto se dice por dos veces que Jesús grita, esto es para dar solemnidad al momento. Las palabras de Jesús son del Salmo 22 y muestran la experiencia de desamparo que estaba viviendo Jesús en la cruz.
Lo que le dan a beber no es vinagre, sino una bebida que se solía tomar en aquella época para calmar la sed, sobre todo los campesinos la utilizaban.
Que el velo del templo se rasgara significa el comienzo de una nueva era religiosa donde la humanidad tendrá acceso directo a Dios.
La confesión en boca del centurión puede entenderse como la fe de los cristianos no provenientes del judaísmo de la época en que se escribió el evangelio de Marcos, éstos reconocían la filiación divina de Jesús.



-         Contempla la escena: la maldad de los hombres que han crucificado a Jesús y a pesar de su sufrimiento y de su agonía siguen burlándose de él.

-         Jesús en la cruz, entregando el espíritu y sintiéndose abandonado de todos, incluso de Dios Padre.

-         El centurión que es capaz de reconocer la identidad de Jesús.

-         Las mujeres que desde lejos lo observan todo, es decir son testigos de la muerte de Jesús. Esta función de ser testigos, no era en la época asumida por las mujeres, sin embargo el evangelio nos las presenta con esta misión.




Inma Fabregat






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